Irán, 2012
Los sismos, con magnitudes de 6,4
y 6,3 grados en la escala de Richter, golpearon la provincia de Azerbaiyán
Oriental el 11 de agosto de 2012, hiriendo a miles de personas en las ciudades
de Ahar, Varzaghan y Harees, cerca de la capital de la provincia de Tabriz. Al
menos 300 personas murieron y se confirmaron más de 1.500 heridos.
Japón, 2011
El 11 de marzo de 2011, Japón
sufrió una de las mayores tragedias naturales de su historia: un devastador
tsunami en la isla de Honshu generado por un terremoto de 9 grados provocó una
situación de emergencia en la central nuclear de Fukushima-1. Los fallos en el
sistema de refrigeración originaron explosiones en varios reactores y fugas
radiactivas. Japón tuvo que enfrentarse a un 'enemigo invisible': la radiación.
La contaminación se registró en el aire, el agua marina y potable, en peces y
algunos alimentos, incluso en zonas lejanas a la planta nuclear. Las consecuencias de la catástrofe en Japón
-que acabó con la vida de más de 14.000 personas, mientras que más de 23.100 figuran como desaparecidas- aún
continúan.
Chile, 2010
El sismo de Chile ocurrió en la
zona central del país el 27 de febrero de 2010.
La catástrofe dejó 525 víctimas mortales y 25 desaparecidos. Ha sido el
más devastador en ese país en los últimos 50 años y también el segundo después
del de Haití en los dos primeros meses de 2010.
Haití, 2010
Haití es un país que conoce la
pobreza y la miseria desde su independencia. El 12 de enero de 2010 la isla conoció
también la furia de la tierra. En este caso el sismo fue de 7 grados en la
escala de Richter. La ayuda internacional, los hospitales de campaña, los
servicios de rescate internacionales, todo resultó insuficiente. Cientos de
personas siguen desaparecidas. Y es que fue esa pobreza extrema la que
convirtió a este pequeño país en "la Indonesia americana" después de
la tragedia.
Italia, 2009
Un año más tarde, el 6 de abril
de 2009, un terremoto de 6,3 grados, dejó un saldo de más de 150 muertos en la
región montañosa de Italia, demostró que a veces no basta con poseer los
recursos económicos, si además no se actúa a tiempo para atacar los efectos de
una tragedia. Además de los muertos y miles de heridos, unas 100.000 personas
en la ciudad de L’Aquila, quedaron sin vivienda.
Perú, 2007
Perú fue el primer país
latinoamericano en experimentar la devastadora fuerza de un terremoto en el
nuevo milenio. El sismo, que sacudió la región de Pisco el 15 de agosto de
2007, alcanzó 7,9 grados en la escala de Richter y mató a 596 personas. La
destrucción en la zona fue casi total y todavía hoy los escombros cubren las
calles de las localidades afectadas. Allí, la precariedad de las construcciones
y la pobreza general fueron la combinación perfecta para las posteriores
consecuencias del fenómeno.
Indonesia, 2004
El paradisíaco horizonte marítimo
se levantaba como una pared de agua en olas de más 30 metros ante los miles de
turistas y lugareños que intentaban escapar de la repentina furia de la
naturaleza. Horas después toda la zona estaba devastada y unas 270.000 personas
habían perdido la vida. Así de destructivo fue el tsunami ocurrido el 25 de
diciembre de 2004 en Indonesia, provocado por uno de los terremotos más fuertes
de los que se tiene registro en zona oceánica. El sismo alcanzó los 9,3 grados
en la escala de Richter.
El epicentro del sismo se produjo
en el océano Índico, en la costa occidental de Sumatra del norte. Además de las
costas de Indonesia, quedaron también devastadas las de Sri Lanka, India y Tailandia.
Otro dato que permite ver la magnitud de su intensidad es el hecho de que la
muerte más lejana a causa de la enorme ola se registró en Sudáfrica, a 8.000
kilómetros de su origen. Aquella fue una tragedia sin precedentes, la más
devastadora por causas naturales, que hizo incluso vibrar al planeta
entero.
El desolador panorama que dejó la
catástrofe puso de manifiesto los fallos de las instituciones que, a pesar de
haber recibido una alerta, no le dieron la trascendencia necesaria y podrían
haber minimizado sus efectos. Sin embargo, también quedó evidenciado que aunque
funcionen los mecanismos para la cooperación y coordinación de ayuda
internacional, cuando la naturaleza descarga toda su furia nada es
suficiente.
Irán, 2003
Entre unos de los más devastadores desastres del siglo XXI figura el terremoto de Bam que afectó al
sudeste de Irán el 26 de diciembre de 2003, destruyendo el 70% de las
estructuras de la histórica ciudad.
El terremoto de 6,6 grados en la
escala de Richter cobró entre 35.000 y 46.000
vidas (entre el 30% y el 45% de la población de Bam), 50.000 personas
resultaron heridas (50% de la población de Bam) y 80.000 quedaron sin hogar
(80% de la población de Bam).